Estados Unidos y Venezuela están interfiriendo activamente las señales de GPS en todo el Caribe, una medida destinada a contrarrestar posibles ataques pero que simultáneamente aumenta el riesgo de accidentes para el tráfico aéreo y marítimo civil. Los ejércitos de ambos países están participando en esta práctica, aumentando las tensiones en una región ya afectada por la inestabilidad política y económica.

Operaciones estadounidenses: apuntando al narcotráfico

La Marina de los EE.UU., incluido el portaaviones USS Gerald R. Ford, ha estado desplegando tecnología de interferencia de GPS cerca de sus buques de guerra en el Caribe. La justificación declarada es desbaratar operaciones de narcotráfico supuestamente coordinadas por el gobierno venezolano. Según un funcionario estadounidense anónimo, se trata de una respuesta directa a actividades ilícitas y un intento de asegurar las rutas marítimas.

Sin embargo, las implicaciones más amplias de la interferencia de las señales GPS van mucho más allá de los esfuerzos antinarcóticos. Las municiones guiadas con precisión y la tecnología de drones dependen en gran medida de los sistemas de navegación por satélite, lo que hace que la interferencia sea una estrategia de defensa común.

Las contramedidas de Venezuela: proteger la infraestructura crítica

En represalia, el ejército venezolano también ha comenzado a interferir las señales de GPS en lugares estratégicos: bases militares, refinerías de petróleo y plantas de energía. El análisis de Spire Global, una empresa de datos satelitales, confirma esta actividad. La medida está diseñada para proteger contra posibles ataques con drones o ataques de precisión dirigidos a infraestructura esencial.

Como explica Logan Scott, uno de los pioneros en la tecnología de receptores GPS, se trata de una medida defensiva: “Tienes un emplazamiento militar y quieres evitar que los drones… lleguen hasta él”. La escalada sugiere que ambas partes ven al otro como una amenaza creíble, creando un peligroso círculo de retroalimentación.

Riesgos y consecuencias

La interrupción deliberada de las señales GPS introduce riesgos importantes para el transporte civil. Los aviones y barcos dependen de datos de posicionamiento precisos para evitar colisiones, navegar de forma segura y mantener la integridad operativa. Incluso una interferencia breve puede provocar errores críticos con consecuencias potencialmente catastróficas.

La situación también pone de relieve una tendencia creciente en la guerra moderna: la militarización de la infraestructura espacial. La interferencia del GPS es una táctica de alto impacto y de costo relativamente bajo que puede interrumpir las operaciones sin disparar un solo tiro. Este enfoque genera preocupaciones sobre conflictos futuros y la vulnerabilidad de los sistemas civiles a la interferencia militar.

El creciente enfrentamiento entre Estados Unidos y Venezuela no es sólo un juego de poder geopolítico; es un juego peligroso con señales de GPS, que pone en riesgo la seguridad civil en el proceso. Los efectos a largo plazo de esta interrupción aún no están claros, pero el resultado inmediato es un entorno más impredecible y peligroso para los viajes marítimos y aéreos en el Caribe.